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miércoles, 14 de abril de 2010

"illo, no se lo digáis a Abraham"

Esta historia es corta, pero me encanta y pocos fuimos los afortunados testigos que la vivimos en directo, comienzo: todo empezó un cálido día de verano normal en la maravillosa playa de Mazagón. Era una tarde como otra cualquiera, lucía el justiciero sol y como otro día cualquiera, justo cuando una deliciosa babilla salía de mi boca mojando el cojín del sofá, producto de una ansiada siesta, se escuchó un alarmante: ¡¡¡JOOSEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!! que me trajo de nuevo al reino de los vivos.
Era Cinty, esperándome impaciente para ir a comprar todos los recursos y menesteres necesarios para echar una buena tarde de pesca. Efectivamente, Cinty, Adrià y un servidor habíamos quedado para ir a pescar a las boyas de la casa amarilla, mientras los demás iban a estar jugando al padel en la urbanización de Enrique.
Lo teníamos todo, una buena carnaza, unos buenos tiraillos y muchas ganas. Quizás lo que fallaba era el tipo de embarcaciones que llevábamos: unas barquitas inchables de los veinte duros que nos costaron cinco euros. Cinty iba en una, Adrià y yo en otra.
La inestabilidad era máxima, en un par de ocasiones estuvimos a punto de naufragar, en otras ocasiones estuvimos al borde de perder todos nuestros cachivaches, pero al final las ganas pudieron más que las adversidades y conseguimos llegar a una boya y empezar a lanzar los tiraillos.
Por fin llegó un momento de paz y tranquilidad, las barquitas estaban amarradas a la boya, en verdad no había mucha corriente, lo malo es que llegó un punto en que no sentíamos las piernas. Pero daba igual, éramos felices nosotros con nuestras barquitas, ante la mirada atónita de gente que pasaba en lujosas embarcaciones y que no se podían creer la estampa que estaban viendo, típica del mejor "squech" de los morancos.
Pero la paz no dura eternamente, y menos en unas barquitas de cinco euros en pleno océano. LLegamos a un punto de mono incontrolable, necesitábamos fumar. No sin algún momento casi trágico conseguimos encendernos un cigarro, y fue justo en ese momento cuando Cinty dijo: ¡¡illooooooo!!, ¡illoooooooooooooooooooooo!!!.
En ese momento Adrià y yo vimos cómo Cinty sacaba un pez enorme del agua, un pez que brillaba y me pareció uno de los peces más bonitos que nunca haya visto. Me sentí el hombre más feliz del mundo, habíamos pescado en condiciones infrahumanas un pez tremendo. Pero la felicidad tampoco duró eternamente, como las barquitas eran tan extremadamente reducidas, la pobre de cinty no tuvo más remedio que poner el pez recién pescado en frente de su cara, y la venganza de este no se hizo esperar. De repente el pez empezó a darla aletazos en la cara, pero aletazos literalmente, y después de darle dos o tres aletazos a la pobre de Cinty, el pez se desenganchó del anzuelo y se esfumó. Le faltó al endemoniado sacar la cabeza del agua, hacernos un corte de mangas y decirnos (en tono cani): "me vais a comer la pipeta del coño".
Después de mirarnos atónitos ante lo que había pasado, Cinty sentenció: "Illo, no se lo digáis a Abraham que se va a descojonar de mi", y acto seguido, los tres empezamos a descojonarnos.
Un abrazo Cinty!!!

4 comentarios:

  1. jejeje le faltó al pescao pediros un eurillo... XDXD

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  2. jajajajaja mas weno...pues si algunos estabamos jugando al padel...

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  3. illo no veas que tardecita pasamos tioooo y pa un puto cigarro que me enciendo va el puto pez y pica pero atentos todos el cigarro seguia en mi boca cuando el pez callo al agua ehhh lo q es el mono coño ahora que le he exo la cruz a las bollas que ese pez me ataco porq sabia q no me podia defender y quiero un juicio justo ehhh que esto lo leee la gnte y se rie pero a la q le pegaron los aletazos era a mi

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